Llegados a este punto
quizá todo tendría que ser más sencillo.
La palabra “luna” no debería nombrar más
que a la luna
y los ríos tendrían que seguir hasta su destino
sin inmutarse por las metáforas.
Quizá la palabra “soledad” no debería
significar otra cosa que la ausencia de acontecimientos
y la palabra “silencio” podríamos dejarla
solamente para acallar los ruidos.
Quizá todo debería ser más simple con la lengua,
sin vueltas, ni requiebros,
quedarnos sólo con dos o tres cuestiones
para seguir adelante:
un par de “porqués”, algún “no sé”.
Y después cerrar la puerta,
Que, en este caso,
únicamente debería significar
cerrarla.
Berta Piñán. La mancadura.
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